-A simple vista al menos, en el
libro conviven dos voces, dos estilos, dos acentos, ¿en qué se diferencian?
V.A.- Hay mucho distinto en los versos de Dolors y
en los míos propios. Es obvio, sería un error no reconocerlo, que Dolors tiene
una trayectoria literaria y de vida mucho más amplia que la mía. Esto le
permite tener mucha más objetividad, e incluso subjetividad, con respecto a las
circunstancias que nos rodean y sobrellevan. En la muy extensa bibliografía de
Alberola existen muchas muestras de poesía que cumple con ese objetivo último
de denuncia social, por citar una de ellas haré referencia a La escopeta de Lily Mae, libro del que
estoy absolutamente enamorado. Yo, sin embargo, he trascendido con mi obra a un
lado mucho más personal, desgarrado, existencialista quizás, pero sobre todo
poesía de experiencia. Es la primera vez que dirijo mis palabras como arma de
denuncia. Y quizás esto también convierta el libro en algo especial. Tenemos
los ojos de quien ha vivido, aprendido y enseña; y los ojos de quien aún
aprende para poder hacer acto de vida como en el caso de Dolors.
D.A.- Eso es un trabajo que
corresponde a la crítica, yo puedo contestar en qué se unifican y es en el
hecho del grito, de la no satisfacción con el horrible orden de valores actual,
con el panorama de suciedad política y humana en que vivimos, con las
injusticias, robos, violencia y todo lo que parece estar en pie y con el hecho
de que lo negativo se imponga, se imponga la vulgaridad, se imponga la torpeza
y la mediocridad, entre otras lacras.
-¿También dos concepciones
distintas de la poesía? Y, si es así, ¿cuál es el punto de convergencia entre
ambos?
V.A.- Creo a pies juntillas
en algo que une la palabra de Dolors y la mía, algo a lo que ya Manuel
Francisco Reina hacía referencia en su estupendo prólogo. En esa capacidad
metafórica que ambos poseemos. Esa dotación, como Manuel nombra. Es evidente
que nuestra poesía nace de cauces distintos, pero ambas se visten con la misma
pasión y dibujan sobre el papel sueños parecidos que esperan puertas dispuestas
a abrirse para hacerse realidad.
D.A.- Esta pregunta ya la
contesté antes. En cuanto a si existen dos concepciones distintas, no lo creo.
Opino que la poesía solamente es una, lo otro no es poesía.