"Detrás del coro no existe más tragedia que la que con la palabra se intenta exorcizar. La tragedia no está dentro del libro, está en el hombre mismo. La poesía siempre es luz, negra o blanca, siempre es magia y con ella pretende el que la sirve gritar contra lo que no debe ser" (Dolors Alberola)

-Las diferencias generacionales, obvias en este caso, ¿os han creado problemas éticos y estéticos? Y, en tal supuesto, ¿cómo los habéis resuelto?

V. A.- No. En absoluto. Creo que este poemario rezuma libertad de expresión y forma en todas las páginas que lo componen. A medida que fuimos poniendo en común nuestros textos, hemos disfrutado de una admiración sin ecuánime por la poesía del otro. Los textos que se ofrecen en este libro están tal cual fueron concebidos. No ha habido modificaciones ni cambios para adaptar los versos de uno a los del otro. Creo que esto es algo fundamental para que el libro no pierda frescura y profundidad.

D.A.- No creo que la conciencia del ser tenga diferencias generacionales, en tanto que todas las edades conviven en un hoy que es común y no existe daltonismo en la mirada. No hemos tenido que resolver sino el hecho de situar los poemas de modo que se fundieran sin partes ni firmas interiores ni nada que no fuera sencillamente la idea de libro.

-Manuel Francisco Reina, en su excelente prólogo, define este libro como un ejercicio coral: ¿qué tragedia subyace detrás del coro?

V.A.- La tragedia eterna del ser humano, por desgracia. Esto es un ciclo que se repite continuamente en la historia de las civilizaciones. El afán de poder del hombre sobre sus iguales, la ambición económica e incluso personal en detrimento de los pueblos. La concepción y el uso de lo religioso como llave de control de lo mundano. Lo único que nos ha salvado con respecto a otros episodios históricos es que aún no hemos llegado a las armas para destruir una Europa mil veces ya reconstruida. Aunque no debemos de obviar que también existen las guerras económicas capaces de crear nuevos imperios. Lo que no consiguiera Alemania en la Segunda Guerra mundial, quizá lo consiga, económicamente hablando, en la primera gran crisis del siglo XIX.

D.A.- Detrás del coro no existe más tragedia que la que con la palabra se intenta exorcizar. La tragedia no está dentro del libro, está en el hombre mismo. La poesía siempre es luz, negra o blanca, siempre es magia y con ella pretende el que la sirve gritar contra lo que no debe ser.