- Al ver la portada de El mánager de la lluvia, la primera
pregunta surge automáticamente: ¿por qué un libro a dos manos?
Víctor Alija.- Realmente
este libro surgió casi de manera espontánea. Fruto de la admiración mutua y de
la amistad que nos une a Dolors y a mí. Si no recuerdo mal, tras un recital de
Alberola en Granada, entre versos y confidencias surgió la idea de escribir
entre los dos esta denuncia social que llega bajo el manto de la lluvia. En
épocas como esta que nos está tocando vivir, creo que los poetas tenemos el
deber de unir la palabra frente a la injusticia y la corrupción a la que se
está sometiendo a la sociedad. Más que a dos manos, yo diría que unimos dos
voces con el afán, el ímpetu y el sueño de poder despertar la conciencia de
muchos.
Dolors Alberola.- Porque la
poesía es libertad y pienso que cada uno puede elegir el modo de escribirla.
Nos apeteció nacerlo juntos porque cada uno creemos en el trabajo del otro, amén
de en la gran amistad que nos une.
-En cualquier caso, la
experiencia no es nueva. Recordemos, por citar un ejemplo polémico y conocido,
el caso de Tristia, de Luis García
Montero y Álvaro Salvador. ¿Obedece este libro a algún modelo?
V.A.- No. En ningún caso.
Es un error encerrar la palabra o encasillar las páginas donde éstas se
esconden dentro de modelos, arquetipos y demás. La poesía, el verso, ha de ser
un pájaro libre capaz de admirar las maravillas que se extienden bajo él.
Seguir la huella o la sombra de otros no hace sino empobrecer el camino del
auténtico poeta. No nos interesan los plagios estéticos que tanto abundan en la
literatura contemporánea. Eso, quizás, sea más de interés de quienes se
preocupan solamente por vender libros o figurar en las páginas de los
periódicos. En este libro además, aunque bajo el título rece la autoría de
ambos, de Dolors y mía, la paternidad de los poemas queda bajo el anonimato.
Este poemario no es un pulso entre poetas, es una palabra compartida.
D.A.- Este libro obedece a su propio modelo. No creo que el poeta deba seguir escuela ni adorar sino a la propia palabra.